Delmore Schwartz: Conocimiento
del verano*
Versiones de Daniela Camozzi y Walter Cassara
Nota preliminar de Walter Cassara
Versiones de Daniela Camozzi y Walter Cassara
Nota preliminar de Walter Cassara
El legado de Delmore
Somos terriblemente egoístas e injustos con los muertos. Quisiéramos cobijarlos al abrigo de nuestros mejores recuerdos, y a cambio les ofrecemos una posteridad inmutable como una piedra, donde paradójicamente quedan excluidos para siempre de ellos mismos. El caso de Delmore Schwartz es emblemático al respecto: uno llega a él a través de la memoria de otros escritores que lo conocieron: Bellow, Berryman, Lowell, etc. Su obra parece secundaria en relación a su vida, y su vida también parece haber quedado confinada a las sombras: no es suya sino que es “la vida de un poeta americano” (de hecho, así se titula su biografía, escrita por James Atlas). La vida de un poeta americano, vale decir: la vida de un mero epítome, de un expediente clínico o jurídico, de una falacia ad hominem.
¿En qué punto un poeta deja de vivir su propia vida y empieza a vivir
su biografía literaria? ¿Y cómo habrá sido exactamente la vida de un poeta
americano entre los años cuarenta y cincuenta? En principio, tiene que haber
crecido en un barrio pobre de Brooklyn, tiene que ser judío con ciertas
tendencias izquierdistas y con amplios conocimientos humanísticos acerca de
todo: desde el psicoanálisis y el cine, pasando por el automovilismo y los scores de la liga de béisbol. Luego,
debe cumplir con una carrera literaria breve y fulminante, con éxitos
definitivos y prematuros, y sobre todo debe sobrellevar un magnífico descenso a
los infiernos, nimbado de ginebra y barbitúricos, largos litigios en tribunales
y varias estadías en el manicomio.
Una vida ciertamente agitada, aunque bastante monótona a la larga,
salvo que uno abandone la poesía a los veinte años y se consagre a mercadear en
el desierto, como hizo Rimbaud. No
obstante, Delmore no fue un velocista tan alígero como el adolescente de
Charleville; todo lo contrario, al igual que uno de sus grandes maestros, Scott
Fitzgerald, quedó muy pronto a la zaga de su propia juventud y prisionero de su
propio mito, y debió cargar sobre sus hombros la eterna maldición del american dream. A los treinta años
estaba completamente acabado; quizás poseía aún las fibras elásticas y
explosivas de un corredor de velocidad, pero sus músculos y su alma eran los de
un buey molido a palos.
Lo peor que le puede ocurrir a un poeta es perder su facultad de ser
imprevisible, vivir una vida prestada, convertirse en un estereotipo. Los
muertos ya no pueden asombrarnos. Lo peor y lo mejor que le pudo ocurrir a
Delmore Schwartz fue “reencarnar” en Von Humboldt Fleisher, el personaje de El legado de Humboldt, la célebre novela
de Saul Bellow. Sin duda, este libro es un lúcido y genial homenaje a la
leyenda del poeta, pero es también un mausoleo asfixiante del que su verdadera
vida ya nunca podrá escapar. El mausoleo es América y el estereotipo es el más
patético de todos: el del artista fracasado y condenado a deambular como un
zombi en los márgenes de una sociedad despiadadamente materialista.
La vida de un poeta americano es simplemente un calco de lo que podría
haber sido una vida verdadera, en ese minuto en que llega a ser efectivamente
cierta y que sólo puede traducirse en un anonimato tácito, y acaso, en muy
contadas ocasiones, en un buen poema. La única chance que tenemos para redimir
a Delmore Schwartz de todo ese parloteo esnob que rodea su figura, es
aproximándonos a su obra, que es un territorio virgen, o que casi no ha sido
explorado. Todo lo otro, como diría Enrique Lihn, no es más que un epílogo en
“el diccionario total de la oscuridad”.
Un
pequeño hijo y su madre embarazada
A los cuatro años la Naturaleza es
montañosa,
misteriosa, submarina. Esto lo sabe
hasta un niño de ciudad, al escuchar el
rumor
del subterráneo en lo profundo. Por la
rejilla
resbaló su moneda, y así supo de la
pérdida,
ese centavo irrecuperable del destino,
y ahora el más novedoso de los
misterios,
se impone ante sus ojos honestos,
precavidos.
La madre demasiado gorda, demasiado
distraída,
lejos de él su mirada, sin ver su
rostro, sin verlo
a él, su perfume, su encanto, su hora de
ir a dormir,
su leche tibia en la noche más oscura,
la primavera
tardía, extraño deseo, y el tiempo
vertiginoso,
este distanciamiento que crece despacio
(su madre antes tan esbelta, casi
siempre enferma,
fue su monumental padre quien hizo este
hechizo)
Y la explicación para el miedo sigiloso
y contenido,
otra criatura que se engendra y se
empieza a amar:
si todos los hombres son enemigos,
¡hasta los hermanos pueden expulsarse de
sus madres!
No hay mejor ejemplo que este hermano
sin nacer
y el exilio que le enseña de su madre,
medido según la distancia de aquí al
cielo,
y dicho en dos palabras apenas,
yo
soy yo.
A Young Child and
His Pregnant Mother // At
four years Nature is mountainous, / Mysterious,
and submarine. Even / A city child
knows this, hearing the subways / Rumor
underground. Between the grate, // Dropping
his penny, he learned out all loss, / The
irretrievable cent of fate, // And
now this newest of the mysteries, / Confronts
his honest and his studious eyes– // His
mother much too fat and absentminded, / Gazing
past his face, careless of him, // His fume, his charm, his bedtime, and warm
milk, / As soon the night will be too dark, the spring // Too late, desire
strange, and time too fast, / This estrangement is a gradual thing // (His
mother once so svelte, so often sick! / Towering father did this: what a
trick!) // Explained to cautiously, containing fear, / Another being's being,
becoming dear: // All men are enemies: thus even brothers / Can separate each
other from their mothers! // No better example than this unborn brother / Shall
teach him of his exile from his mother, // Measured by his distance from the
sky, / Spoken in two vowels, / I am I.
El fornido oso que me
acompaña
“el continumm del cuerpo”
El fornido oso que me acompaña,
con la cara pegoteada de tanta miel,
hocicando torpemente aquí y allá,
el peso central de cada sitio,
el ávido, el maltrecho y tosco
adorador del caramelo, el irascible
y loco factótum que lo desgreña todo,
trepa a los edificios, patea la pelota y boxea
con su hermano en la ciudad montada al odio.
Este fornido animal que jadea a mi lado,
este fornido oso que duerme conmigo
y aúlla en sueños por un mundo de azúcar,
una dulzura íntima como los bucles del agua,
aúlla en sueños porque la cuerda ajustada
tiembla y muestra los resuellos de la oscuridad.
–El espectáculo montado es de terror,
vestido de traje, con el pantalón ancho,
tiembla al pensar que su carne oscilante
estará al final palpitando por nada.
Este inexorable animal que camina conmigo,
me viene siguiendo aferrado desde el útero oscuro,
moviéndose si yo me muevo, deformando mis gestos,
caricatura, sombra infatuada,
payaso estúpido de los motivos del espíritu,
que se ofusca y ofende con su propia oscuridad,
la vida secreta de las tripas y el hueso,
opaca y demasiado contigua, mi propio y todavía
desconocido estirarme hacia el abrazo de la muy querida
con la cual yo podría caminar sin que él se arrime
a toquetearla groseramente, aunque una palabra
pueda haberme abierto y despejado el corazón,
y luche por ser alimentada tropezando, a los golpes,
y me arrastre con él en su dicción afectada,
entre los cientos de millones de su misma especie,
la escaramuza del deseo en todas partes.
The Heavy Bear
Who Goes With Me, // "the withness of the body" // The heavy bear who goes with me, / A
manifold honey to smear his face, / Clumsy and lumbering here and there, / The
central ton of every place, / The hungry beating brutish one / In love with
candy, anger, and sleep, / Crazy factotum, disheveling all, / Climbs the
building, kicks the football, / Boxes his brother in the hate-ridden city. // Breathing at my side, that heavy
animal, / That heavy bear who sleeps with me, / Howls in his sleep for a world
of sugar, / A sweetness intimate as the water's clasp, / Howls in his sleep
because the tight-rope / Trembles and shows the darkness beneath. / —The
strutting show-off is terrified, / Dressed in his dress-suit, bulging his
pants, / Trembles to think that his quivering meat / Must finally wince to
nothing at all. // That inescapable
animal walks with me, / Has followed
me since the black womb held, / Moves where I move, distorting my gesture, / A
caricature, a swollen shadow, / A
stupid clown of the spirit's motive, / Perplexes
and affronts with his own darkness, / The secret life of belly and bone, / Opaque, too near, my private, yet
unknown, / Stretches to embrace the very dear / With whom I would walk without him near, / Touches her grossly,
although a word / Would bare my
heart and make me clear, / Stumbles, flounders, and strives to be fed / Dragging me with him in his mouthing care, /
Amid the hundred million of his kind, / The
scrimmage of appetite everywhere.
Baudelaire
Cuando duermo, e
inclusive mientras sueño,
oigo nítidamente voces
que pronuncian
frases enteras, lugares
comunes y trivialidades,
que nada tienen que ver
con mis asuntos.
Querida Madre, ¿nos
queda algo de tiempo
para ser felices? Mis deudas son inmensas.
Mi cuenta bancaria está
supeditada a la justicia.
Nada sé. Nada puedo
saber.
He perdido hasta la
habilidad de esforzarme.
Pero ahora como antes,
mi amor por ti se expande.
Siempre estás preparada
para lapidarme, siempre.
Esto es cierto, viene
desde la infancia.
Por primera vez en mi
larga vida,
soy casi feliz. El
libro está casi terminado.
Y casi parece bueno.
Perdurará como un monumento
a mis obsesiones, a mi
odio y mi amargura.
Las deudas y la
inquietud persisten, y me debilitan.
Satán se desliza detrás
de mí, diciendo dulcemente:
“¡Descansa por hoy!
Puedes descansar y divertirte hoy.
Esta noche tendremos
trabajo”. Cuando llega la noche,
mi mente, aterrorizada
por las demoras,
llena de tristeza y
paralizada por la impotencia,
promete: Mañana, lo
haré mañana.
Con la misma
resolución, la misma debilidad.
Estoy enfermo de esta
vida perfectamente amueblada.
Estoy enfermo de los
catarros y los dolores de cabeza:
ya conoces mis extrañas
costumbres. Cada día trae
su dosis de cólera. Tú
apenas si conoces
la vida de un poeta,
querida Madre: Tengo que escribir,
la más fatigosa de las
ocupaciones.
Esta mañana me siento
triste. No me lo reproches.
Te escribo desde un
café cercano a la oficina del correo,
entre el ruido de las
bolas de billar, el tintineo de los platos
y el martilleo de mi
cabeza. He estado pensando en escribir
“Una historia de la
caricatura”. He estado pensando en escribir
Una historia de la
escultura”. ¿Escribiré una historia
de las caricaturas y
las esculturas de ti en mi corazón?
Aunque eso te ocasione
una agonía infinita,
aunque consideres que
eso no es necesario
y dudes de que la suma
resulte adecuada,
por favor envíame
dinero, al menos para tres semanas.
Baudelaire // When I fall asleep, and even during sleep, / I hear, quite distinctly, voices
speaking / Whole phrases,
commonplace and trivial, / Having no relation to my affairs. // Dear Mother, is any time left to us / In which to be happy? My debts are
immense. / My bank account is
subject to the court’s judgment. / I
know nothing. I cannot know anything. / I have lost the ability to make an
effort. / But now as before my love
for you increases. / You are always armed to stone me, always: / It is true. It
dates from childhood. // For the
first time in my long life / I am
almost happy. The book, almost finished, / Almost seems good. It will endure, a
monument / To my obsessions, my
hatred, my disgust. // Debts and inquietude persist and weaken me. / Satan
glides before me, saying sweetly: / “Rest
for a day! You can rest and play today. / Tonight you will work.” When night
comes, / My mind, terrified by the arrears,
/ Bored by sadness, paralyzed by impotence, / Promises: “Tomorrow: I will
tomorrow.” / Tomorrow the same
comedy enacts itself / With the same resolution, the same weakness. // I am
sick of this life of furnished rooms. / I am sick of having colds and
headaches: / You know my strange life. Every day brings / Its quota of wrath. You little know / A poet’s life, dear Mother: I must write poems, / The most
fatiguing of occupations. // I am
sad this morning. Do not reproach me. / I
write from a café near the post office,
/ Amid the click of billiard balls, the clatter of dishes, / The pounding
of my heart. I have been asked to write / “A History of Caricature.” I have
been asked to write / “A History of Sculpture.” Shall I write a history / Of the caricatures of the sculptures
of you in my heart? // Although it
costs you countless agony, / Although
you cannot believe it necessary, / And
doubt that the sum is accurate, / Please
send me money enough for at least three weeks.
En la cama desnuda,
en la cueva de Platón
En la cama desnuda, en la cueva de Platón,
los faros refractantes se deslizaban despacio por la pared,
los carpinteros martillaban bajo la oscuridad de la ventana,
toda la noche el viento sacudió las cortinas,
una flota de camiones trepó cuesta arriba
chirriando, con los fardos tapados, como de costumbre.
De pronto, el techo volvió a iluminarse, y el dibujo
se inclinó, deslizándose despacio hacia adelante.
Al oír los bandazos
del lechero,
su agitación en la escalera, el tintineo de las botellas,
me incorporé en la cama, prendí un cigarrillo
y caminé hacia la ventana. La calle de adoquines
acentuaba la quietud en la que se alzan los edificios,
la vigilia de las farolas y la paciencia del caballo.
El capital puro del cielo del invierno
me hizo volver a la cama con los ojos exhaustos.
En el aire inmóvil creció la extrañeza. La película
borrosa se tornó gris. Agitando carretas, torrentes de cascos
sonaban a lo lejos, aproximándose a toda velocidad.
Un auto tosió al arrancar. La mañana, suavemente,
se mezcló con en el aire, levantando la funda de las sillas
desde el fondo de los mares, iluminado los espejos,
el guardarropa y la pared blanca.
El pájaro llamó tentativamente, silbó, llamó,
trinó y silbó, ¡así! Perplejo,
bañado aun
por el sueño, amistoso, con hambre y frío. Así, así,
oh hijo del hombre, la noche ignorante, los afanes
de la madrugada, el misterio del comienzo
una y otra vez,
mientras
la Historia no perdona.
In
the Naked Bed, in Plato’s Cave // In the naked bed, in Plato’s cave, / Reflected headlights slowly slid the wall, / Carpenters hammered
under the shaded window, / Wind troubled
the window curtains all night long, / A fleet of trucks strained uphill,
grinding, / Their freights covered, as usual. / The ceiling lightened again, the slanting diagram / Slid slowly
forth. / Hearing the milkman’s chop,
/ His striving up the stair, the bottle’s chink, / I rose from bed, lit a
cigarette, / And walked to the
window. The stony street / Displayed the stillness in which buildings stand, / The
street-lamp’s vigil and the horse’s patience. / The winter sky’s pure capital / Turned me back to bed with exhausted
eyes. // Strangeness grew in the
motionless air. The loose / Film greyed. Shaking wagons, hooves’ waterfalls, / Sounded
far off, increasing, louder and nearer. / A car coughed, starting. Morning,
softly / Melting the air, lifted the half-covered chair / From undersea, kindled the looking-glass, /
Distinguished the dresser and the white wall. / The bird called tentatively,
whistled, called, / Bubbled and whistled, so! Perplexed, still wet / With
sleep, affectionate, hungry and cold. So, so, / O son of man, the ignorant
night, the travail / Of early morning, the mystery of beginning / Again and
again, / while History is unforgiven.
Conocimiento del verano
Conocimiento del verano
no es verdad del invierno, verdad del
ocaso, deleite
del otoño, visión y discernimiento:
No es conocimiento de
mayo, ni del poco verde que brota
y madura,
el poco verde que aflora apático y florece blanco,
No es la instrucción ni
el conocimiento del ocaso dorado ni
tampoco del
cumplido oscurecimiento de la viña,
Ni del negro
tortuoso, nublado y lluvioso, que
envuelve el
origen, Abril
con sus afanes,
El conocimiento de las
sacudidas del útero, el cordón enroscado
en
espiral a las arterias y cortado con inclemencia,
como las
raíces fuerzan su ascenso con un oscuro préstamo:
La agonía del primer
conocimiento de la pena es peor que la
muerte, o
peor que la meditación de la muerte,
Nada de adormideras,
ninguna preparación o aprendizaje o
ilusión,
sólo el principio, tan lejos de cualquier comprensión
y de
cualquier conclusión, cualquier vacilación o ilusión,
Conocimiento del verano
es conocimiento precoz, conocimiento
de la
patria, conocimiento de la floración y el dúctil
discernimiento
de la hartura y la gordura y la redondez
de la
madurez.
Es el conocimiento del
pájaro, el saber de los árboles cuando
la savia trepa a la
hoja, trepa a las flores y a los frutos, el saber
de
aquello que las raíces nunca pueden ver y en lo cual creen
desde la
oscuridad, y la ignorancia del conocimiento
del
invierno
–El conocimiento del
fruto no es el conocimiento adquirido
por las raíces en su
indómita oscuridad y ambición
Que es el requisito de
la creencia más allá del concepto de
experiencia o de
gratificación o de fruición.
Conocimiento del verano
no es conocimiento dibujado, ni es
conocimiento
erudito o literario.
No es el conocimiento
aprendido en los picos de las montañas,
ni en las
vistas de los jardines en las distantes montañas
de las
fuentes ocultas;
No es la visión
reposada en un marco de oro, ni son las
rítmicas
y atesoradas frases de los sentimientos;
Es conocimiento del
gato, conocimiento del ciervo,
el
conocimiento de la plena frondosidad
crecida,
la flores
nevadas y los frutos redondos,
El conocimiento del
fénix de la vid y la uva en la víspera de
el final
del verano, cuando la uva se hincha
y la
manzana enrojece: cuando es tiempo de descender
hacia la
podredumbre y morir.
Para el conocimiento
del verano es el conocimiento de la muerte
como un
origen,
de la muerte como la
patria de toda esta abundancia que brilla
y florece
y reverdece.
El conocimiento de la verdad amorosa y la
verdad
de la
maduración: el conocimiento antes
y después
del conocimiento:
Por eso, en cierto
sentido, conocimiento del verano no es
conocimiento
en absoluto: es una segunda naturaleza,
o una primera
realizada, un nuevo origen y una nueva muerte
para el
origen, un elevarse y remontarse sobre las llamas
de este
octubre que vuelve, este noviembre abrasador,
los
fuegos creciendo y decreciendo, creciendo más
y más
vívidos y altos
En la culminación y la
aniquilación de los fulgores de la caída.